En buena medida la Revolución de Octubre de 1934, en la comarca, fue iniciativa de otro actor político que hasta entonces no había tenido mucha relevancia: los rabassaires. Estos campesinos, de tendencia moderada, se habían ido radicalizando con los años y en aquel Octubre estuvieron al frente de numerosas revueltas locales, siguiendo las consignas de Lluís Companys y de ERC, que de hecho proclamaron “l’Estat Català dins la República Federal”. La derrota de su movimiento fue seguida por una gran represión que los radicalizó aún más y que dividió todos los pueblos en bandos cerrados. Aquí tenemos el origen de numerosos actos de venganza que tuvieron lugar en el verano de 1936. Repito, los rabassaires pasaron de una moderación inicial en 1931 – que de hecho fue muy criticada por la CNT – a encabezar las fuerzas revolucionarias en no pocos pueblos en 1936, pasando no pocos militantes rabassaires, a partir de entonces, a engrosar las filas de las organizaciones revolucionarias. En tanto que movimiento, durante la guerra se opusieron a la colectivización de la tierra o la abolición de la propiedad privada, aunque no a las confiscaciones y expropiaciones a propietarios de partidarios del bando Nacional.

El catalanismo republicano, representado por ERC, fue ganando fuerza desde 1930. Por aquel entonces se encontraban muy escorados a la izquierda. Tenía un discurso interclasista y populista que atraía a las masas. Sus cuadros obreros pertenecían a la CNT y muy a menudo esta consideraban la Confederación como su sindicato natural. Pero la radicalización de la CNT a lo largo del año 1931 alejó a aquel catalanismo de los sindicatos. ERC rompió con la CNT a partir de la Revuelta del Alto Llobregat, incluso saludando la labor de las fuerzas armadas para reprimir la insurrección.

Así pues, en algunos casos, catalanistas y anarquistas, pasaron a ser directamente enemigos y, en otros casos, el sector catalanista apoyó a las posiciones treintistas dentro de la CNT. No intentaron crear su propia organización sindical,[1] aunque podrían haber tenido alguna posibilidad entre las asociaciones de dependientes afines, como el Centre Autonomista de Dependents de Comerç i Indústria, CADCI.

En la guerra el papel de ERC fue ambiguo. Por un lado, representaban políticamente a la pequeña burguesía catalanista, y por el otro, si revisamos su composición social, resulta que la mayoría de su militancia era de clase obrera. Entendían 1936 como un proceso revolucionario en clave de país y hasta cierto punto respetaban y apoyaban las colectivizaciones. Los comités de empresa o de control podían incluir militantes de ERC que actuaban bajo las siglas sindicales. Sin embargo, con el transcurso de la guerra los republicanos bloquearon los avances hacia el socialismo que estaba llevando a cabo la sociedad catalana. Al intentar paralizar los progresos sociales, dieron alas a la verdadera fuerza de la contrarrevolución, el Partit Socialista Unificat de Catalunya, PSUC. El auge de este partido comunista tras los Hechos de Mayo de 1937,[2] hizo que el catalanismo perdiese mucho poder político, aunque en el Bages, esto no se tradujo en pérdida de poder municipal, ya que ERC siguió ostentando la mayoría de alcaldías.

En el caso de la CNT, vivió una reestructuración en la primavera de 1936. En el Bages se curaron bastantes heridas y diferentes sindicatos treintistas volvieron a la CNT. Pero quien salió más beneficiada, por aquel entonces, fue la pequeña UGT comarcal. Poco a poco los distintos sindicatos comunistas se fueron unificando en esa central socialista. Además, durante los primeros compases de la guerra recibió un extraordinario e inesperado aporte: el del grueso de los sindicatos treintistas de Manresa que, en este caso, siguieron el camino de los sindicatos de Sabadell.

En Manresa, los treintistas no tenían buena relación con el resto de la CNT (sometida a la “dictadura la FAI”, según decían). Está claro que ya algunos de ellos tenían relación con los socialistas de la Unió Socialista de Catalunya (que al comenzar la guerra se unió al Partido Socialista Unificado de Catalunya,PSUC[3]). El caso es que esta federación sindical, que era la mayor de Manresa, votó por integrarse en la UGT. Además, algunos dirigentes treintistas se pasaron al PSUC, mientras que otros fueron volviendo a la CNT al ver al estalinismo en acción en 1937. También los sindicatos afines al BOC y al Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM, ingresaron en la UGT. El resultado fue una UGT que había pasado de ser testimonial a mayoritaria en cuestión de meses (ver listado).

Además, el sindicato socialista se benefició sobremanera del decreto de la Generalitat que implantaba la sindicación obligatoria en agosto de 1936. Así pues, recibió una auténtica avalancha de afiliaciones de personas de derechas y apolíticas, que tenían que buscar una entidad antifascista que los admitiera. Esto no obsta que la CNT también recibiese numerosas personas de derechas, sin embargo, queda bastante claro que la Confederación afilió generalmente republicanos o rabassaires.

Y a partir de la UGT, floreció un PSUC enorme, que atrajo una enorme cantidad de militantes politizados muy reciente y superficialmente. Su política era la de oponerse a la revolución, aunque esta tónica no se siguiera a pies juntillas en todos los pueblos. Mientras que el POUM tuvo su momento de auge a comienzos de la guerra, implantándose en varios municipios y organizando milicias, el PSUC se asentó definitivamente hacia 1937 ganando una fuerza determinante. El hartazgo institucional de la CNT – que abandonaba las instituciones por falta de fuerzas, de interés o porque en algunos casos veían inútil participar en los municipios dada la creciente centralización institucional promovida por los decretos gubernamentales – le entregó el control institucional de varios municipios a finales de la guerra.

El paso de los treintistas de Manresa a la UGT afectó el resto de la comarca. Hasta el momento, solamente se tenía certeza de un paralelismo con Manresa o Sabadell en Puig-reig (Berguedà). A partir de este estudio local se puede constatar un impacto mucho mayor. Además, podemos concretarlo en el sector del textil. En bastantes fábricas hubo secciones que no se reunificaron con la CNT si no que se fueron a la UGT. En el análisis de datos del final de la obra lo veremos con claridad.

Por último, la CNT también experimentó un auge importante al comenzar la guerra. Se puede decir que en los primeros compases de la guerra se sintió como pez en el agua. Controló numerosos comités, incautó locales y propiedades de personas de derechas, organizó milicias e inició las primeras colectivizaciones industriales. Tenía tal estructura que, en 1937, al no lograr colectivizar o cooperativizar el comercio en los municipios debido al bloqueo de los republicanos, creó cooperativas propias que podían mantener las necesidades de su afiliación.

A finales de 1937, la CNT realizó un análisis de fuerzas que situaba la Catalunya central en bloque como “suya”.[4] Es decir, que, a pesar de haber perdido la mayoría sindical en lugares como Manresa, Sant Vicenç de Castellet o Súria, y a pesar de que la UGT numéricamente la superase en el cómputo global de la comarca, no implicaba que no se viesen capaces de controlar[5] el territorio entero. Contaban con la parte de la población más activa. La más movilizada y politizada. Es decir, la parte de la población imprescindible para cualquier revolución.

Mapa del Partido Judicial de Manresa (precursor de la comarca) de 1929. Hoja Suelta.

[1] En Barcelona, en 1932, se creó una central sindical catalanista de derechas llamada Federació Obrera Catalana, FOC. Esta central ingresó en la Confederación española de Sindicatos Libres. En ningún caso debemos considerarla afín a ERC.

[2] Los Hechos de Mayo se iniciaron en Barcelona tras el ataque de la policía contra la Telefónica, entonces dominada por la CNT. Esto desencadenó una batalla por toda Barcelona que provocó cientos de muertos. Políticamente determinó el retroceso de las posiciones revolucionarias representadas por la CNT y el POUM. Además, supuso el inicio del fin de este partido, la pérdida de la autonomía de Catalunya, a pesar de ser los Hechos instigados por el catalanismo, y, a nivel estatal, la caída del Gobierno de Largo Caballero y el inicio del Gobierno de Negrín. En resumen, fue el símbolo de la derrota de la Revolución.

[3] El PSUC fue creado el 23 de julio de 1936 a partir de la fusión de Unió Socialista de Catalunya, la federación catalana del PSOE, el Partit Comunista de Catalunya y el Partit Català Proletari. Su secretario general fue Joan Comorera.

[4] Informe del 2 de diciembre de 1937. La CNT-FAI evaluaba las fuerzas con las que contaba y las fuerzas de sus oponentes en Catalunya. Toda la séptima región (Anoia, Bages, Berguedà y Solsonès) era considerada como «propia». El documento se puede consultar en: Cornellà i Roca, Pere.  Catalunya 1937. Dos informes. Revista de Girona. 1981. pp. 23-33

<http://www.revistadegirona.cat/recursos/1981/0094_023.pdf>

[5] Controlar implica también poder militar. La CNT tenía más militantes armados que el resto de las fuerzas.