El municipio de Sant Joan de Vilatorrada está ligado con el movimiento obrero desde el siglo XIX tras la instalación de la fábrica Gallifa, de carácter textil. La población también cuenta con el núcleo de Sant Martí de Torroella, situado un poco más arriba siguiendo el río Cardener. Se trata de un municipio que ha dependido mucho de Manresa, puesto que se encuentra muy cerca y se puede ir a pie. En concreto, tras la instalación de la fábrica “dels barrets”, primero, y más tarde, de la Pirelli y la Lemmerz, muchos trabajadores de Sant Joan de Vilatorrada iban cada día a trabajar a Manresa.
En 1890 Sant Joan de Vilatorrada aparece vinculada a un importante conflicto laboral. Se dio en el marco de las diversas huelgas parciales y generales, impulsadas por Las Tres Clases del Vapor, en el marco de las protestas por la jornada de las 8 horas. A pesar de todo, en el Bages no se estaba protestando por lograr las 8 horas, sino simplemente por mejorar la situación a nivel económico. Las huelgas se fueron retroalimentando unas con otras, desembocando en una huelga general el 20 de julio, y esto provocó la respuesta patronal que procedió a un lock-out, o cierre de la fábrica, condenando a toda la plantilla a la pobreza. En Sant Joan de Vilatorrada se convocó una manifestación a la que asistieron unas 400 personas que trabajaban en Cal Gallifa. El representante del sindicato era Ignasi Perramon Mir (republicano federal y sindicalista de Manresa), que parlamentó con el alcalde y el director de la fábrica. El director se mostró dialogante, pero el alcalde (un familiar de los industriales Gallifa) se cerró en banda y ordenó al somatén que apuntase con sus armas a la multitud. Se desató una pelea, que según las fuentes debió de ser toda una batalla campal, que acabó con bastantes personas heridas. El sereno de la fábrica efectuó disparos con su arma e hirió al trabajador Josep Pereta. El año siguiente fueron juzgados por el delito de coacciones Perramon, Pereta y otro trabajador. El somatén y el sereno fueron condecorados[1].
A partir de esta violenta entrada en escena, Sant Joan de Vilatorrada desaparece de las crónicas del movimiento obrero hasta 1919. En aquella ocasión, aparece mencionada entre las poblaciones afectadas por el lock-out que impuso la patronal catalana en el otoño tras una nueva oleada de huelgas. La CNT se había constituido como un bastión del movimiento obrero, había conseguido imponer la jornada de las 8 horas en toda España y era hora de combatirla. En el Bages la CNT organizó secciones en casi todas las fábricas textiles, y Sant Joan no fue una excepción puesto que esa sección consta representada en el Congreso del Teatro de la Comedia Madrid, celebrado en diciembre de 1919.
Después de este nuevo chispazo, perdemos la pista del obrerismo de Sant Joan de Vilatorrada hasta 1931, cuando por fin tenemos datos de afiliación a la CNT. En concreto, en el Pleno Regional de Barcelona, de agosto de 1931, el Sindicato Único de Trabajadores de Sant Joan de Vilatorrada tenía 376 afiliados. Para el Pleno Regional de Sabadell, marzo de 1932, esta cifra había caído hasta 90 afiliados. El SUT logró remontar esa caída y justo un año después, en el Pleno Regional de Barcelona de marzo de 1933, contaba con 150 afiliados.
Es de esta época de la que tenemos mayores referencias. Normalmente son artículos aparecidos en El Trabajo de Manresa. El 6 de mayo, tenemos un relato sobre el lock-out de la fábrica de jabones de Antonio López. En este artículo el sindicato informa que todo se había originado cuatro meses antes, cuando la crisis provocó una reducción de pedidos. Esta reducción fue repercutida en los trabajadores que aceptaron repartir el trabajo. Sin embargo, este pacto fue roto por el empresario, puesto que se saltó la bolsa de trabajo para contratar un trabajador sumiso, dejando en la calle un compañero del sindicato. Así pues, el SUT respondió con una huelga de 24 horas, que a su vez provocó el lock-out patronal, despidiendo el empresario a toda la plantilla. Los trabajadores se negaron a cobrar el salario de aquella semana y López depositó el dinero en casa del alcalde, Sala. A este alcalde no se le ocurrió otra cosa que abroncar a los obreros diciendo que “no quería parados en el pueblo” en lugar de buscar un arreglo. El alcalde procedió al pagó de la nómina a los trabajadores y el empresario contrató esquiroles[2]. Más tarde el SUT se dio cuenta de que su representante en la fábrica, Juan Iglesias, alias el Camaré, los había engañado, y había servido de informador para el patrón[3]. Aquí podemos constatar una importante derrota del sindicato en todos los aspectos.
Al poco tiempo, el SUT se quejaba de la irregularidad de las cotizaciones al Sindicato. Constataba que los trabajadores tenían miedo de acercarse al local. Aun así, el SUT recordaba que, de cara al verano, estaba aprobado por ley la introducción de una semana de vacaciones, cosa vista por primera vez en España en 1932. Por el contrario, los sindicatos se negaron a hacer vacaciones intrasemanales durante la Fiesta Mayor y pidieron trabajar[4].
De nuevo El Trabajo nos informa de la situación social en Sant Joan, en octubre, cuando debido a la crisis, el amo de una fábrica textil dio “fiesta” de cuatro o cinco semanas a unas 100 obreras. El SUT avisaba a los sindicatos de Manresa que, de estas trabajadoras, unas 70 no habían querido saber nada del sindicato, y que por tanto no se las ayudase[5]. Esta es una característica del sindicalismo de principios del siglo XX. Los sindicatos no solo controlan la bolsa de trabajo, sino que también jugaban la carta de la coacción y el ostracismo hacia quienes lo boicoteaban. Son frecuentes las huelgas contra la contratación de esquiroles, o también notas como esta, haciendo valer el poder sindical.
El 31 de diciembre, el SUT publica una nueva nota en El Trabajo. Esta vez se trata de una petición a sus afiliados para cotizar, debido a la cercanía del Pleno Regional de Sindicatos del Textil. En concreto, instaban a los trabajadores de la fábrica “del mig” (la del medio) para que fuesen a cotizar. En esta nota nos indican la dirección del local sindical, en la calle del Rio, 36. También recuerdan la necesidad de ir a las asambleas.
Esto nos indica que existía poca participación en las cuestiones del sindicato. Y eso que la Organización pudo realizar una conferencia de afirmación sindical, el 17 de noviembre, en la que hablaron José Roigé, Miguel Beltrán y Joaquin Cortés. Este tipo de conferencias solían contar con un lleno absoluto, sin embargo, lo más probable es que también acudiesen trabajadores de otros municipios cercanos.
Pero Vilatorrada también era un pueblo agrícola. La población masculina relacionada con el campo era numerosa. Y, como en otros lugares de la zona, la dedicación mayoritaria eran las viñas y las huertas. Así que la cuestión rabassaire estaba muy viva en el municipio. Los rabassaires se mostraron especialmente combativos en 1934 y fueron el alma detrás de los Hechos de Octubre. Al parecer un nutrido grupo del pueblo se fue a Manresa en manifestación para sumarse a la posible insurrección de la capital. Así que al controlar la situación los militares, al menos 16 personas fueron detenidas y pasaron por la prisión de Manresa[6]. Conocemos algunos nombres de los procesados: Miquel Arqués Heredia, Antoni Baraldés Closes, Lluís Botifoll Vila, Francesc Brunet Comallonga (alcalde), Domènec Iglesias Prat, Ramon Pla Massana, Ramon Prat Colilles, Josep Prat Soler, Valentí Prat Soler, Pere Sagristà Prat, Agustí Soler Foses, Miquel Soler Puig y Josep Vilalta Farré[7]. En esta lista podemos ver ya algunos militantes que en 1936 estarían vinculados con Unió de Rabassaires, Esquerra Republicana y el PSUC. Algunos fueron fusilados tras la guerra.
A finales de 1935, un tal P. F. Martínez, publicó una nota en la Soli pidiendo la reactivación del sindicato. Instaba a los “militantes que estáis retirados de la lucha cotidiana” a reincorporarse a las tareas sindicales y a la juventud a crear grupos de cultura y una sección de Juventudes Libertarias[8].
Las elecciones del 16 de febrero fueron ganadas por el Front d’Esquerres. La alcaldía perdida en Octubre de 1934 se restituyó y así volvió a su puesto Francesc Brunet Comallonga. Es en esta época cuando entró en funcionamiento la Cooperativa del pueblo. Tras las elecciones las izquierdas dominaron la situación política. Según la Causa General, se le exigieron unas cantidades monetarias a Francesc Torrabadella Duarri como compensación para los encarcelados tras los Hechos de Octubre. También indica que el único sindicato que existía en el pueblo era Unió de Rabassaires, que estaba dirigido por Domènec Iglesias Prat, Francesc Brunet Comallonga, Rossend Catllà Vendrell, Domènec Torras Portella y Josep Vilalta Ferrer.
Tras el alzamiento militar, los disturbios y los saqueos se apoderaron de la comarca. De hecho, la primera iglesia que ardió aquellos días fue la de Sant Joan de Vilatorrada, quemada la noche del 19 al 20 de julio, según relata Pedro Flores. El resto de iglesias y capillas del pueblo fueron quemadas en días posteriores.
A nivel político, el Ayuntamiento destituyó los consejeros de derechas, quedando formado íntegramente por personas afectas al Frente Popular. Asimismo, se conformó un Comité Revolucionario Antifascista, formado por Josep Roca Ballaró (presidente, ERC), Antoni Baraldés Closa (PSUC), Agustí Soler Fosas (ERC), Ferran Torres Estrada (UR), Pedro Moraleda Rodríguez (CNT), Manuel Díaz Pérez (CNT), Ramon Bonet Muixí, Joan Iglesias Torres (CNT), Gabriel Toldrà Calvet (PSUC) y Genís Pessarrodona Daurà (CNT)[9]. No se conoce la afiliación política o sindical de algunos componentes, pero todo indica que se trataba de un comité plural, compuesto por Rabassaires, ERC, CNT y PSUC-UGT, que fueron las fuerzas dominantes de aquellos años de la guerra. Entre sus primeras acciones estuvo la requisa del local del equipo de fútbol UE Sant Joan, en la calle Mayor, para uso del Comité.
Respecto a los asesinatos de aquellos días, la Causa General constata cuatro, ocurridos en agosto: Isidro Vilalta Guilella, Antonio Aloy Costa (juez municipal), Pedro Torras Morera y Jaime Rovira Fábrega; otros cuatro en septiembre: Ángel Giralt Esquius, Julio Roma Gras, Alberto Bacardit Salvadó y Ramón Oliva Fitó; y otro más en octubre, Francisco Biosca Junyent.
De estas ejecuciones fueron acusados Agustín Solé, Antonio Mas, Pablo Oliva, José Roca, Esteban Cervantes, Manuel Díaz, Ramon Companys, Genís Pessarrodona, Francisco Díaz, Josep Pla Massana, Agustí Soler, Carlos Mindó, Miquel Arqués, Juan Iglesias y Paulino Nadal. En cada caso, eran distintos los acusados. La mayoría de ellos pertenecían a la CNT o a Unió de Rabassaires.
En Sant Joan de Vilatorrada se dio el caso de Genís Pessarrodona, alias el “Pipero”. Era el jefe de las patrullas de Vilatorrada. Lo vimos antes vinculado a sucesos en Fonollosa. Murió en septiembre en extrañas circunstancias el día 11 de septiembre al ir a buscar, junto a un grupo de patrulleros, al considerado faccioso Josep Grau, propietario de una casa llamada Grauet de Fals. Pessarrodona fue el encargado de llamar a la puerta. Según una versión, al ser de noche, volviendo hacia el camino, fue confundido por Grau, a quien iban a buscar, y lo mataron sus compañeros. Según la otra versión, en realidad sus compañeros lo mataron porque ya estaban hartos de su brutalidad y del derramamiento de sangre – que de hecho no terminó tras su muerte puesto que hubo otro asesinato más en octubre. Se supone que el arma que disparó fue la de Pedro Moraleda[10], también de la CNT. Lo curioso del caso es que, a pesar de esta supuesta fama de sanguinario, el entierro de Pessarrodona fue todo un acontecimiento en el pueblo. Según los diarios comarcales El Día o El Pla de Bages asistieron entre 300 y 500 personas, incluidas las autoridades municipales. Fue declarado “héroe antifascista” y su cuerpo fue cubierto por pétalos de rosa y coronas de flores. Tras la guerra se le cargaron convenientemente todos los muertos para demostrar la inocencia propia ante las nuevas autoridades franquistas. Incluso esta versión, la de asesino sanguinario, traspasó a su familia que lo pasó muy mal durante el franquismo[11] y es el relato que tiene integrado[12].
En octubre de 1936 se constituyó el Consejo Municipal que quedó como sigue: Manuel Díaz Pérez, José Flores Flores y Carles Mindó, por la CNT; Antoni Baraldés Closa y Gabriel Toldrà Calvet, por el PSUC; Josep Vilalta Ferrer, Domènec Iglesias Prat y Agustí Soler Fosas, por ERC; y Francesc Brunet Comallonga (por UR). Agustí Soler fue elegido alcalde y ejerció hasta su movilización por el Ejército Popular de la República el 15 de mayo de 1938. Entonces fue sustituido por Josep Vilalta, también de ERC.
En cuanto a incautaciones, se tomaron los muebles de las casas de Las Torres, Casa Gran, Can Pla, Molinet, Can Canals Nou, Can Canals Vell, la Casa Rectoral de Juncadella y la de Sant Joan. La CNT se trasladó el 25 de julio a la casa rectoral y el convento religioso, emplazada en la calle Mayor, 43. Firmaban la misiva a la Generalitat el presidente y el secretario del Sindicato de Oficios Varios de Vilatorrada del Cardener, Sebastián Espinal Badia y Antonio Mas, respectivamente. Decían tener el apoyo del Comité Revolucionario[13].
También se tomaron las tierras de la finca de Las Torres y se creó una colectividad agraria, por parte de afiliados a la CNT. El sindicato creó una sección de campesinos, con solamente 6 afiliados. Enviaron una delegación al Pleno Regional de Campesinos de enero de 1937 y de enero de 1938. La primera estaba formada por Julio Cañas y Agustín Botifoll, y la segunda por Manuel Díaz, Juan Clops y Lluís Casas Manquillas. Los dos primeros eran presidente y secretario del sindicato de campesinos de la CNT[14].
Las casas de Can Canals Nou y Vell fueron utilizadas para acoger refugiados, que fueron llegando desde comienzos de 1937. Además, se utilizaron los bosques para leña. Y por supuesto, se colectivizaron todas las fábricas del municipio. En junio de 1937 se modificó el nombre del pueblo, pasando a Vilatorrada del Cardener. Además, se imprimió moneda local.
La UGT apareció en el pueblo el 14 de septiembre de 1936. A mediados de 1937 tenía solamente 51 afiliados, de los que 37 eran cotizantes. Tenían su local al lado del de la CNT, en la calle Mayor, 45. La CNT rara vez aportó datos numéricos de su afiliación, pero para su congreso de 1937 indicó tener 275 afiliados, divididos en 265 en Oficios Varios y 10 en el Sindicato de Campesinos.
La CNT de Vilatorrada intercedió para que viniese al pueblo un médico, afiliado al Sindicato Único de Sanidad de Barcelona. Se firmó un convenio entre ese Sindicato y el Consejo Municipal, a beneficio del médico Bernardo Vanaclocha Calatayud[15].
Respecto a la guerra, en el pueblo se organizaron milicias. A la Columna Tierra y Libertad se enrolaron Juan Cervantes Vicente, Ramon Companys Fitó y Pedro Flores Flores (no confundir con Pedro Flores Martínez de Manresa y otro Pedro Flores de Sallent). Más tarde, ya militarizada esta columna, se incorporó Carles Mindó Expósito, que llegó a comisario de la 153 Brigada Mixta.
A lo largo de la guerra murieron diversos jóvenes del pueblo. Se tiene noticias de los siguientes: Ramon Bernaus Torras, Isidre Colell Noguera, Francesc Cugat Adzara, Àngel Laporta Trallero, Antoni Pich Carner, Josep Pons Prat, Ramon Rovira Serch, Valentí Sala Carrió, Josep Sardans Torras, Delfí Solsona Pujol, Lluís Tomasa Prat, Antoni Vilà Ballonga y Joan Viladoms Grau.
Tras la guerra hubo un total de 71 juzgados sumariamente, que pasaron por campos de concentración y batallones de trabajadores. En el pueblo se instaló un batallón del Ejército Nacional.
Respecto a los ejecutados por el franquismo, la lista se compone de Joaquín Díaz Pérez, Juan Iglesias Torres (CNT), Purísimo Legua Ginés (CNT), Pedro Moraleda Rodríguez (CNT), Pablo Oliva Muntané, Josep Pla Massana, Josep Roca Ballaró (ERC) y Agustí Soler Fosas (ERC, UR). Éste último fue alcalde hasta 1938. Al no haber consultado los documentos militares o el sumario, no podemos afirmar la afiliación de varios nombres, pero es muy probable que los que nos falta fueran cenetistas.
Tras la guerra, además, fueron condenados a muerte y ejecutados los hermanos Narcís y Lluís Iglesias Bosch, vecinos de Manresa, por realizar dos atracos en la ermita de Juncadella y otro en el Pont de Vilomara. Habían actuado por pura desesperación ante la miseria que les tocó vivir tras ser desmovilizados.
Como resumen del periodo, podemos ver que el municipio estuvo más o menos siempre bajo la influencia de la CNT, con gran implantación en las fábricas. A pesar de todo, la Confederación sufrió una crisis hacia 1933, que se alargó hasta la guerra. Mientras tanto, se organizaron los agricultores locales en el sindicato Unió de Rabassaires, que tomó cierta fuerza organizativa que mantuvo durante la guerra. En el conflicto bélico de 1936, apareció la UGT, acompañada siempre por el PSUC, organizaciones que no tuvieron especial relevancia ante la nueva pujanza de la Confederación, que dominó la situación en combinación con los republicanos.
[1] Solanelles i Mollar, Toni. Sant Joan de Vilatorrada: Història en imatges. 1880-1979. Angle Editorial, 1999.
[2] El Trabajo, 6/5/1932, p. 4
[3] El Trabajo, 23/7/1932, p. 4
[4] El Trabajo, 28/5/1932, p. 4
[5] El Trabajo, 29/10/1932
[6] El Dia, 29/2/1936, p. 6
[7] El Dia, 01/08/1935, p. 6.
[8] Solidaridad Obrera, 22/12/1935, p. 6
[9] Solanelles, Toni (1999): p. 57
[10] Solanelles, Toni (1999): p. 58
[11] Bonvehí (2012). Històries d’una prostituta manresana. Històries Manresanes https://www.historiesmanresanes.cat/2012/09/histories-duna-prostituta-manresana.html
[12] Bacardit, Núria (2018). Sant Joan de Vilatorrada trenca els silencis de la Guerra Civil. CCMA.
[13] CDMH, Salamanca, Político-Social – Barcelona, Generalitat – Legajo , 167, 3, pp. 100 a 103
[14] CDMH, Salamanca, Político-Social – Barcelona, Generalitat – Legajo , 920, 1, 44 y 118
[15] CDMH, Salamanca, PS-Madrid, 494, 7, 1.