Santa Cecilia de Montserrat fue conocida durante la guerra por su nombre actual, Marganell, desprovisto de su carga religiosa. Era un municipio pequeño, contando con 249 habitantes en abril de 1936. Durante la Segunda República no se encuentran noticias sobre hechos notables ocurridos en esta población por lo que se puede interpretar como que vivió una vida pública tranquila. Tras las elecciones de febrero de 1936 pasó a la alcaldía Domènec Seubes Cots.

El golpe militar y la guerra trastocaron la situación. El 21 de julio llegaron numerosos forasteros de los pueblos vecinos y quemaron la Iglesia de Sant Esteve y otras capillas. Además, asaltaron la casa de Magí Subirana Viadiu. Repitieron los hechos cuatro veces más a lo largo de los meses de julio y agosto. Se llevaron todos los objetos de valor y el dinero. La Causa General estima que eran aproximadamente una cuarentena de hombres llegados de Castellbell i el Vilar (unos 15), de Monistrol de Montserrat (2), de Barcelona (3), de Manresa (2), de Vacarisses (1), de Olesa de Montserrat (2) y de El Bruc (9). Estos milicianos, prácticamente todos vinculados a la CNT, ejercieron un control efectivo de toda la zona de Montserrat.

Estaban encabezados, según sus acusadores, por Serrahima de Castellbell y Boira de Monistrol de Montserrat (este era del POUM). A pesar de todo, se indicaba que los verdaderos inductores fueron los rabassaires vecinos del pueblo Esteve Puig Sallés, Josep Bisbal Riera, Josep Puigdellívol Carné y Pere Sallés Solà. Sea como fuere, estos fueron los únicos actos de violencia que tuvieron lugar en Marganell y por ello algunos de los acusados pagaron largas condenas de prisión.

El mayor acto luctuoso ocurrió en 1937, al aparecer un cadáver sin identificar en la carretera de Cal Massana, en dirección a Montserrat. El peón caminero Josep Florí Esquius cargó el cadáver en su camioneta y lo llevó al cementerio municipal. Precisamente, Josep Florí fue el único oriundo del municipio muerto en acto de guerra, en Vallbona de Riucorb en noviembre de 1938. De milicianos, solamente nos ha llegado un nombre de las milicias del POUM, Benet Faixo Bertran.

No se tienen detalles de colectivizaciones. Pero sí hubo incautaciones. Este fue el caso de las fincas y casas propiedad de Eugeni Florí. La UGT, constituida el 15 de agosto de 1936, se incautó sus propiedades el día 11 de septiembre por abandono de las mismas. Sin embargo, al poco tiempo el Comité Antifascista tuvo que encargarse de las mismas, pasando a las pocas semanas al Ayuntamiento. En marzo de 1937 el Consejo Municipal decidió devolverle estas propiedades al expropiado, cosa que se ratificó el 2 de mayo de 1937. La otra incautación fue la del lujoso Hotel Colonia Puig, que durante la guerra fue reconvertido en hospital de sangre – llamado Clínica Militar “Z” – para atender a los soldados heridos en los frentes de guerra. También acogió algunos civiles. En 1938 también se instaló un destacamento de transmisiones del Ejército.

Se desconoce la composición del Comité, aunque sí conocemos la del Consejo Municipal, constituido el 26 de octubre de 1936. En este caso participaron Francesc Florí Esquius y Ramon Costa Santamaria (ambos de CNT), Domènec Seubas Cots, Rossend Bach Calsina, Domènec Santamaria Pàmies (el alcalde hasta de octubre de 1934, de ERC), Josep Torras Maceras, Joan Guixà Oller (PSUC) y Esteve Puig Sallés (UR)[1].

El alcalde, elegido por los demás, fue Francesc Florí, de la CNT, que dimitió por motivos personales en abril de 1937. A partir de entonces ejerció de alcalde Domènec Santamaria, de ERC. Se ve que éste fue la figura más importante del pueblo y durante la guerra mantuvo el control. Estaba también afiliado a la UGT, de la que actuaba como secretario. En mayo de 1938, Santamaria fue movilizado por el ejército y tuvo que ser sustituido por Rossend Bach Calsina, de su mismo partido.

De la UGT nos han llegado algunos nombres como su presidente y secretario de 1936, respectivamente Amadeu Bisbal y Domènec Santamaria. Y de 1937, Esteve Puig y Francesc Bisbal, respectivamente. Tenía un sindicato de actividades diversas y otro de trabajadores de la tierra. No era una organización muy grande, aunque contaba con unos 50 afiliados (de ellos, 35 eran cotizantes) para septiembre de 1937[2]. Podemos intuir que la CNT tendría otros tantos afiliados, dado el tamaño de la población.

Reseñar, en el capítulo de muertes, la de Concepció Sallés Subirana, muerta en el bombardeo aéreo sobre Manresa del 21 de diciembre de 1936. Por último, del municipio seis personas cumplieron penas de prisión. Entre ellos el mencionado Esteve Puig, condenado a muerte, pero cuya pena fue conmutada por la cadena perpetua y, cabe mencionar una mujer que pasó por la prisión, Rosa Barons Subirana. Además, otro vecino, Joan Bisbal Costa, murió en Mauthausen.


[1] CDMH, Salamanca, Político-Social – Barcelona, Generalitat – Legajo  288, 3, 57

[2] Datos de la Estadística de la UGT para su III Congreso de Catalunya, 25 de septiembre de 1937. Papers recuperats del franquisme a l’Arxiu Comarcal del Bages. Se trataba del Sindicat de Treballadors de la Terra, de Marganell, adherido a la UGT.